Pasar por el quirófano depende sobre todo del tipo de hernia (inguinal o umbilical), aunque también hay que tener en cuenta la edad del pequeño.

Respecto a la umbilical, “el bulto no es lo importante, aunque sea grande. Lo fundamental es que el anillo umbilical no sea superior a dos centímetros. Si es así, hay que operar de inmediato”, insiste el especialista de nuestra Clínica Santa María ubicada en Surquillo.

Aunque su mensaje es tranquilizador: si es inferior a un centímetro y medio, como suele ocurrir, hay que dejarla evolucionar, porque la mayoría de ellas se cierran solas antes de los 9 meses y es difícil que se estrangulen.”

La hernia inguinal, sin embargo, sí necesita intervención quirúrgica para evitar complicaciones graves (un estrangulamiento puede provocar una falta de irrigación sanguínea que desemboque en peritonitis). En los recién nacidos la operación se lleva a cabo en la semana siguiente a ser diagnosticada. En los niños de hasta 2 años no se pospone más de un mes.

Así es la intervención

Es una operación sencilla (cirugía mayor ambulatoria), con anestesia general combinada con sedación, que permite al niño dormir en casa el mismo día. “A las tres horas el lactante ya puede tomar leche e irse a casa”, indica el cirujano. Los niños de entre 2 y 4 años pueden hacer vida normal, aunque lo aconsejable es que no vayan al cole en una semana, a fin de evitar excesos físicos. “Nada de bicicleta o deporte”, advierte nuestro doctor.

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En general, la hernia umbilical no es molesta para el niño, aunque le salga el bulto cada vez que tensa el abdomen, al hacer caca o al llorar intensamente. Pero si el bulto cambia de color (enrojece o ennegrece), si no puedes introducirlo con una leve presión, si el niño nota mucho dolor o si tiene náuseas, vómitos o fiebre alta, acude al médico, podría tratarse de una hernia estrangulada.

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