Una de las preguntas más comunes cuando un paciente realiza su consulta en nuestra Clínica Santa María sobre una cirugía para corregir problemas de próstata es si puede causar un problema de disfunción eréctil. La respuesta depende del tipo de cirugía así que dado que existen tratamientos distintos según cada patología prostática, vamos a ver qué ocurre en cada caso.

Aumento del tamaño de la próstata

Con el paso de los años, la próstata experimenta un aumento volumétrico que puede ser benigno o maligno. De ahí la importancia de acudir a revisiones periódicas con el urólogo para ver a qué nos enfrentamos y cuáles son las opciones de prevención y tratamiento más adecuadas.

Hiperplasia benigna de próstata (HBP): Si el diagnóstico es HBP significa que el agradamiento prostático es de tipo benigno. El especialista analizará cada caso particular para ver las opciones de tratamiento según sea el tamaño de la próstata y las condiciones específicas de cada paciente. La primera línea de tratamiento es el uso de fármacos recetados por el médico, pero si estos fallan, habría que optar por la alternativa quirúrgica.

Hay diversas posibilidades para abordar quirúrgicamente la hiperplasia benigna, en función de las características de la próstata de cada paciente y de la recomendación del médico especialista. Así, las opciones serían las siguientes: la técnica Urolift, el láser de foto-vaporización, la laparoscopia y la cirugía abierta tradicional.
Ahora bien, de entre estas posibles intervenciones, solo hay una que sí da lugar a un problema de disfunción eréctil: la cirugía abierta.

No obstante, apostar por la salud no conlleva necesariamente una renuncia a la vida sexual ya que existe una solución para los casos de impotencia sexual derivados de operaciones prostáticas: el implante de prótesis de pene. Esta cirugía permite preservar la salud y mantener intacta la vida sexual del paciente.

Cáncer o tumor de próstata : En el caso de que se produzca un agrandamiento de la próstata derivado de una tumoración maligna, el médico le indicará el tratamiento farmacológico a seguir y las opciones que existen según el grado de desarrollo del cáncer.
En este caso, se puede optar bien por la criocirugía o bien por la cirugía abierta parcial o radical en la que se extirpa la totalidad de la glándula prostática. Al igual que en el caso anterior, la cirugía conlleva necesariamente el efecto secundario de la disfunción eréctil debido a que durante la intervención se dañan unas estructuras relacionadas con la respuesta sexual del paciente. Sin embargo, del mismo modo que ocurre con las cirugías de HBP, esta situación se puede corregir mediante la implantación de una prótesis de pene que restablece la capacidad de erección del paciente.

¿Por qué se produce disfunción eréctil en esas cirugías?

En las cirugías abiertas (para casos de HBP o para casos de cáncer) se produce una extracción, total o parcial, del tejido prostático agrandado. Debido a que los nervios neurovasculares encargados de hacer posible la erección se encuentran adheridos a la cápsula prostática y a las vesículas seminales, al extirpar una parte o toda la próstata se dañan dichos nervios haciendo que se produzca un caso de disfunción eréctil. El porcentaje aproximado de casos de impotencia tras una intervención de estas características está entre el 30% y el 75%.*

Aunque el cirujano haga todo lo quirúrgicamente posible para preservar la funcionalidad eréctil del paciente, no se puede asegurar una buena calidad de la erección tras la intervención. Lo ideal, por tanto, es acudir a un andrólogo que le aconseje el siguiente paso a seguir.

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